Metáforas espirituales de nuestros fundadores.  1

Los autores espirituales suelen hacer uso de metáforas en sus escritos. Para exponer procesos sobrenaturales, se recurre a analogías que pueden aproximarnos al conocimiento de algo que sobrepasa nuestra capacidad. Algunas son imágenes bellas que, además de hablarnos, nos producen cierta emoción, con lo cual, llegamos a apreciar mejor los sucesos sobrenaturales. En sus escritos, también el P. Chaminade y Adela han empleado metáforas espirituales. En esta primera entrega, tenemos dos de ellas y las propongo a modo de pequeña meditación.

Aire moral muy frío

Es una metáfora usada por el P. Chaminade, hablando de las congregaciones de la Inmaculada. Son necesarias, nos dice, para unir a los cristianos en grupo fervoroso de fe. Un cristiano, aislado en medio del mundo, se enfría rápidamente, porque la sociedad del mundo produce como un aire moral muy opuesto, e incluso muy frío. Un cristiano fervoroso, aislado de otros cristianos y expuesto a ese aire del mundo, no puede menos que ir perdiendo ese calor divino que lo anima (Écritos Palabras I, 58.14). Los indiferentes y los no cristianos constituyen hoy la mayoría de nuestras sociedades. Dispersos y ahogados por ellos, la fe de los cristianos se debilita, sus convicciones se socavan, su energía moral decae, el respeto humano los erosiona. Y poco a poco, prácticamente dejan de ser cristianos. Una imagen de frío, nos hace pensar inmediatamente en el calor reconfortante del hogar. Lo añoramos. Hay que buscar la comunidad, porque allí, unos animan el fervor de los otros, la debilidad se va superando, se pueden sanar más fácilmente las heridas del alma. Entonces, se afirma con la autoridad de un hecho real el valor del cristianismo, que se vive en comunidad entrañable y cálida de fe. En definitiva, se recupera el encanto de la identidad cristiana.

Los ojos y un cabello de la cabeza

Es una metáfora muy curiosa, empleada por Adela, en su carta a Águeda Diché de 8 de febrero de 1809. Como ella misma confiesa, la saca de san Francisco de Sales, quien a su vez se inspira en el Cantar de los Cantares. Sabemos, por una parte, la devoción que Adela tenía a este santo, que era uno de sus preferidos. Y, por otra parte, también sabemos lo aficionado que era este santo a las metáforas en sus escritos, en los cuales las trae con profusión y destreza.  Adela quiere expresar la importancia de las cosas pequeñas y escribe: ¡Qué poderoso motivo para no descuidar las cosas pequeñas! Son ellas las que cautivan el corazón del Esposo celestial. “La esposa de los Cantares cautiva su corazón con uno de sus cabellos, como con uno de sus ojos”. He visto esta hermosa explicación en san Francisco de Sales, en su Introducción, en el capítulo Sobre el cuidado de las cosas pequeñas (Cartas I, 93.5). En el poema bíblico, se habla dos veces de los ojos y de su cabello para describir poéticamente la belleza de la amada(4, 1; 6,5). La segunda vez parece dar a los ojos un valor extraordinario, profundamente turbador. Hablando de las miradas, ya había dicho: Me has enamorado con una sola de tus miradas (4, 9). San Francisco de Sales nos explica que, entre todas las partes exteriores del cuerpo, ninguna es más noble que los ojos. Lo hace por tanto símbolo de las cosas importantes. En cambio, parece dar a entender que un cabello de la melena es algo vil. Lo hace simbolizar las cosas pequeñas. Y concluye que, si Dios no te pide los ojos (es decir, algo grandioso), al menos, entrégale los cabellos (es decir, las cosas ordinarias y pequeñas) (Cfr. Introducción a la vida devota, parte III, capítulo 35). Si llenas de amor esas sencillas ocasiones, ganarás el corazón de Dios. Y pone algún que otro ejemplo de esas pequeñas coyunturas, que debemos llevar con amor. Lo hace con un cierto sabor de época muy definido: leves detalles ordinarios de caridad, la pérdida de los guantes o de un pañuelo, la insignificante molestia de ir a acostarte temprano o levantarte al alba para hacer oración antes de comulgar, y otras cosas parecidas son como los cabellos de la melena. Con esta imagen, Adela ha mostrado en la carta de un modo elocuente y conmovedor su amor a Jesucristo en todos los momentos de su vida. Y así se lo trasmite a su amiga.

Enrique Aguilera SM