Revolución en Burdeos y exilio en Zaragoza, la maduración de la nueva estrategia misionera

La peregrinación a Burdeos que viviremos en unos meses para conocer la Congregación de la Inmaculada, hay que prepararla bien. Este capítulo es una buena lectura para ello.

Tras los veinte años de Mussidan (1771-1791), la gran época como educador, administrador y formador en la fe en aquel colegio, José Chaminade vivió seis años muy duros pero decisivos, en el Burdeos revolucionario (1792-1797). Años muy ocultos a nuestras miradas porque no hay documentación, salvo pocas cartas. Sí conocemos a los primeros discípulos (Teresa de Lamourous, José Bouet, Estebenet, Lafargue…). Ellos conectarán a José Chaminade con el Burdeos del regreso. Los dos años del Terror (1793-94) los pasó siendo un testigo de la fe y en contacto clandestino con los sacerdotes y tantos cristianos fieles a Roma. Francia vivía un cisma en la Iglesia: los sacerdotes que juraron la Constitución civil del clero y se convirtieron en funcionarios del estado, tenían todos los templos. En cambio los de la iglesia de las catacumbas, tuvieron que abrir los “oratorios”, pisos donde se reunían las comunidades cristianas que no quisieron romper con el papa y la Iglesia universal. Todo esto debemos tenerlo en cuenta para descubrir lo que latía en el corazón del fundador y el de Adela, que también sufrió lo mismo en su región y en su destierro en Braganza y en San Sebastián. A la vuelta de ambos tras el exilio, ya nada sería lo mismo y todo sería nuevo… Y en 1797 es desterrado. Tres años de exilio en Zaragoza, que serán cruciales para prepararse al gran cambio religioso y pastoral a la vuelta a Burdeos. ¿Qué ocurrió a Zaragoza?

1.- Una pequeña comunidad en el barrio de San Gil. ¿Dónde residió el P. Chaminade en Zaragoza? Estos son los datos. Una biografía de Bouet, nos cuenta que residían en una pequeña comunidad, formada por los dos hermanos Chaminade (Luis y G.José), el propio P. José Bouet, dos seminaristas franceses, a los que después se unió un joven muy original, Duboscq, mendigo peregrino, con fama de santo. Es decir, Chaminade vivió en comunidad fraterna. Siempre consideró que un cristiano aislado no es nadie, debe vivir siempre en fraternidad, recordando la primera comunidad cristiana de Jerusalén.

2.- Una experiencia espiritual en dos sagradas basílicas. Oración y discernimiento a los pies del Pilar. La tradición marianista es unánime sobre la presencia de G.José en la basílica del Pilar. Tenemos su propio testimonio en las cartas que le enviaba mensualmente a Teresa de Lamourous a Burdeos, de las que se han conservados 14 fragmentos, que ella copió en un cuaderno personal. En una de ellas se dice que había pasado un algodón por la columna (humilladero tras la santa capilla) para enviárselo a Teresa que padecía de sordera (y ella le confirmó que al recibirlo y aplicárselo a los oídos quedó curada). En otra carta le dice que estaba haciendo dos ramos de flores artificiales para la Virgen en las fiestas del Pilar, una de ella y otra de él.  Podemos imaginar, por qué no, que visitaría y oraría en la cripta martirial de Santa Engracia (ese lugar sagrado es el testigo de la fe cristiana más antiguo de Zaragoza, y por tanto uno de los tres lugares fundamentales de la ciudad, junto a la catedral de la Seo y la basílica del Pilar).

3.- Ser guía para los discípulos: Zaragoza no podía ser un paréntesis en la misión continua de G.José Chaminade como formador y guía espiritual. Ya lo fue en Mussidan y luego en Burdeos, donde acompañó a bastantes discípulos. Teresa de Lamorous y José Bouet son los dos más presentes en el exilio español. La primera fue verdaderamente la primera mujer que conoció y acompañó desde la Revolución, una figura modelo de entrega a los demás y de fe cristiana. Los cartas que le envió desde Zaragoza y las dos que le escribió estando todavía en Burdeos antes de partir, son un testimonio del magisterio espiritual del fundador. Por otra parte, José Bouet, con quien viajó al exilio fue un sacerdote a quien guio durante muchos años.

4.- Ganarse la vida como sacerdote y como artesano. La tradición dice que P. Chaminade, estando en Zaragoza, también se dedicaba a fabricar estatuillas de yeso, de Cristo y de algunos santos, trabajando sobre moldes. Esta circunstancia la aprovechan algunos biógrafos para presentarnos al P. Chaminade moldeando estatuas de santos, como figura de los santos de carne y hueso que intentará moldear después con sus fundaciones. Con motivo de la beatificación del fundador, una familia descendiente de los Chaminade, nos enseñó una foto de un diorama de la cueva de Santa María Magdalena, artesanía del fundador hecha en Zaragoza y que se conserva en Burdeos. Así se ganaba la vida al mismo tiempo que prestaba sus servicios como sacerdote entre los emigrados franceses.

5.- Prepararse para una nueva misión

Los sacerdotes franceses desterrados en Zaragoza se reunían periódicamente para dialogar sobre las cuestiones prácticas que debían afrontar al volver a Francia. Los tres obispos franceses desterrados en Montserrat elaboraron unos “Manuales de misioneros”. La inmensa tarea de recristianización y la escasez de sacerdotes imponían nuevos métodos de evangelización. Se insistía en el valor de las misiones populares que se podrían dar en pueblos y ciudades de Francia.  Se promovía el ministerio de los seglares y se pensaba ayudar a las familias para entender y vivir la fe en ese momento de gran crisis social y religiosa. De hecho, surgieron incluso “Manuales para formar a las familias” en la fe, durante la Revolución. El exilio de Zaragoza fue un tiempo de intensa experiencia espiritual, y de profunda influencia de María en el P. Chaminade. Y, sobre todo, esboza un proyecto pastoral, un método misionero para recris­tianizar Francia, a su vuelta del exilio. Este proyecto pastoral se traduce primero en la Congregación de la Inmaculada, que es verdaderamente un movimiento popular cristiano. Quiere volver a Francia, como Misionero Apostólico, no simplemente ligado a una diócesis, sino extendiendo su misión por todas partes, como los apóstoles en tiempos de los primeros cristianos. Todo esto supone en el P. Chaminade un cambio notable de rumbo en su vida. Desde este momento se va a convertir en un auténtico Fundador.

Enrique Aguilera SM