Con estas frases nos invitaba Fortes una vez más a los jóvenes de la Familia Marianista a reunirnos en este nuevo curso. Aún quedaba un regusto dulce de todo lo vivido en la JMJ y, como semilla que germina si se cuida, lo sembrado en esos días en Lisboa acabó por florecer este fin de semana.
Jóvenes inquietos, testigos del AMOR que Dios nos da y que, al más puro estilo de María, queremos seguir esparciéndolo a cada paso que damos, porque además somos conscientes de que nuestras acciones pueden ser el único evangelio que alguien lea en su vida.
Han sido días intensos de seguir creando comunidad y de reafirmar que la familia Marianista es cada vez más grande, rica, plural. Lo cierto es, que es mucho más grande y trascendental lo que nos une que lo que nos separa.
Por todo ello, solo tenemos ganas de seguir creando, a nuestra manera, una comunidad que represente la fe del mundo de hoy. Y desde este deseo solo podemos sentirnos agradecidos a María, Chaminade y a todos los que componen esta familia por darnos el espacio y la voz para sentirnos partícipes de cultivar el carisma que tanto nos representa.
¡Hasta la próxima!, que seguro será muy pronto
María Ruiz de Arcaute