Este mes de enero, en la zona de Barcelona, hemos celebrado, lo que para nosotros son nuestros momentos fraternos más importantes del año: el Retiro de Consagraciones y las Consagraciones, propiamente dichas.
El retiro lo hemos realizado en el Colegio Adela de Trenquelleon para poder compartir la experiencia en Familia, con las hermanas.

El sentido que hemos querido dar al Retiro este año, se ha centrado en el lema del curso: “A vino nuevo, odres nuevos”.
En el Evangelio de Lucas, el Señor nos da un mensaje muy claro: “…tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos”
Tomamos estas palabras, en nuestra vivencia de la Consagración, como un compromiso para cambiar nuestra vida, para renacer en el Señor, para reforzar nuestra Alianza con María. Se nos invita a salir de nuestra rutina y nuestras estructuras habituales y buscar nuevas formas de hacer vida el Evangelio, de atraer a otros a compartir con nosotros el mensaje de Salvación.
Centrados en este lema, hemos planteado un retiro muy……Vinícola.
Nos hemos convertido en bodegueros y hemos “hecho vino”. Cada uno ha elaborado su propio vino. Haciéndolo suyo. Con su color, su aroma, su gusto, …… Con sus propios ingredientes. Creando vida, desde nuestro corazón.
(poner fotos en las que salimos haciendo las diferentes actividades)
Hemos estructurado el retiro alrededor de las fases más importantes en la elaboración del vino tradicional, pero a nuestra manera, con nuestras reflexiones, nuestro diálogo con Jesús y María, compartiendo con nuestra comunidad.
Primero hemos vendimiado la uva, realizado el estrujado y el macerado.
En estas primeras tres etapas, cada uno:
- Ha recogido las uvas de su experiencia, sus luchas, alegrías, sus retos, sus preocupaciones….
- Ha sacado un jugo maravilloso y que nos hace especiales para los demás.
- Ha macerado ese jugo con otros ingredientes que le han dado el color y el aroma que Dios nos concede en forma de dones
Superadas estas tres etapas iniciales, Hemos continuado con cuatro fases más: la fermentación, la clarificación, la crianza y el embotellado.
En estas fases mucho más reflexivas y de encuentro amoroso con Dios y María, cada uno:
- Ha vivido una importante transformación con la escucha de la palabra de Dios
- Ha dejado atrás las impurezas, los lastres, todo aquello que le aleja de su compromiso en la alianza con María.
- Ha tenido un tiempo personal para madurar y hacer crecer su fe.
- Se ha puesto en camino, listo para encaminar nuestros pasos hacia la Consagración
