«Jesús nos amó». De nuestros fundadores a Francisco

El papa Francisco acaba de publicar una nueva y preciosa encíclica llamada “Dilexit nos” (Nos amó). Una meditación sobre el “Amor de los amores” que se nos reveló de forma  sorprendente, al encarnarse de María y dar su vida por “todos-todos-todos” como le gusta decir a nuestro hermano-papa Francisco. La encíclica es una meditación sobre el corazón de Cristo, un corazón amante que reveló y sigue revelando el Amor del Padre. «Nos amó», dice san Pablo refiriéndose a Cristo (Rm 8,37), para ayudarnos a descubrir que de ese amor nada «podrá separarnos» (Rm 8,39). Pablo lo afirmaba con certeza porque Cristo mismo lo había asegurado a sus discípulos: «los he amado» (Jn 15,9.12). También nos dijo: «los llamo amigos» (Jn 15,15). Su corazón abierto nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: «nos amó primero» (1 Jn 4,10). Gracias a Jesús «nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído» en ese amor (1 Jn 4,16). Así comienza el papa, con esta filigrana de citas contundentes. Francisco invita a la Iglesia a entrar en el corazón de Cristo y responder con nuestro corazón amante. ¿Cómo vivieron nuestros fundadores esta certeza de que Él nos amó, nos amo primero, como nadie nos ha amado? Es una pregunta muy importante para descubrir una vez más, de donde venimos carismáticamente en la Iglesia. Los testimonios de ellos, G.José y Adela los tenemos, no nos faltan sus respuestas. El joven sacerdote José (ya había dejado dicho que le llamáramos así) escribió en Mussidan una anotación a algunas de las Reglas de las cuales vivía junto a sus hermanos Juan Bautista y Luis Javier: Imitación que va hasta llegar a formar a Jesucristo en nosotros [Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros] (Gál 4,19). ¡Dichoso quien lleva la marca y la vestimenta de Jesucristo! (…) Para ser salvado, hay que conformase a esa imagen. [Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos] (Rm 8,29). Debemos, pues, ser los imitadores de un Dios y esto no es decir algo excesivo: [Sed, pues, imitadores de Dios como hijos queridos] (Ef 5,1) (…) Hay que considerar cuatro aspectos en la vida de Jesucristo: 1) sus misterios, que debemos reproducir en nosotros, como lo explica san Pablo [cf. Ef 5,1]; 2) sus milagros y sus acciones, que tienen más de Dios que de hombre; 3) la vida interior de Jesucristo; 4) su vida externa (…) Su vida interior: ¿cómo ha juzgado Jesucristo?, ¿qué ha deseado?, ¿qué ha amado y cómo lo ha amado?  Nos ha amado como nadie.

Este era José Chaminade a los 27 o 28 años, dejándonos esta nota sobre la imitación de Jesucristo. Si Él nos amó así, primero y hasta el final ¿cómo debemos configurarnos con él en ese amor? Y la vida de Chaminade fue esta, una vida de conformidad con Cristo, con su amor. Y en el “Cuaderno D”, carpeta de trabajo preparando las primeras Constituciones de las Hijas de María y de la Compañía de María, afirma con rotundidad en el “Resumen de los principios de dirección (o itinerario espiritual marianista): Jesús es verdaderamente el hijo de María: [de la que nació Jesús (Mt 1,16)]. Nadie se salvará si no tiene una gran conformidad con J.C.: Dios no predestina a nadie sino para ser conforme a J.C. Conformarnos con Cristo es asumir y vivir su amor y amar a “todos-todos-todos” como Él nos ha amado. Chaminade fue un testigo eminente del Amor de Cristo. Al pie de la cruz, Jesús nos entregó a su madre para que formáramos con Ella una única Iglesia de discípulos misioneros del Evangelio del Amor.

Y Adela fue una de esas discípulas de Cristo, que recibió la llamada permanente del Amor de Cristo, la asumió con la “fe del corazón” y la convirtió en evangelio desde el castillo de Trenquelléon, pasando por Lompian, Agen y todas las comunidades que fundó. Dice ella: Devolvámosle amor por amor, si no podemos devolverle vida por vida. Que el mundo ya no sea nada para nosotras. Amemos a Dios sobre todas las cosas, y a todas las cosas en él y en relación con él. Que este adorable esposo de nuestras almas colme todos nuestros deseos, todos nuestros afectos (Cartas 181.5.6).  Este dulce Jesús nos ama con un amor muy especial, de ello tenemos las pruebas más entrañables. Démonos prisa en aprovecharlas (Cartas 114.3). “En nuestro mundo falta corazón” nos dice Francisco en “Dilexit nos”. Es preciso trabajar desde nuestra oración, la formación y la evangelización, para ayudar a la humanidad a entrar en el corazón de Dios. No es posible que sigamos haciendo de nuestros países, territorios de desamor por la violencia, la guerra, la desunión. ¡Que noticias tan buenas cuando vemos que un país ha entrado en una nueva historia de concordia, libertad y paz…!

                                                                                                                                           Enrique Aguilera SM