El pasado fin de semana, un nutrido grupo de fraternos formamos parte del Congreso de Laicos «CAMINANDO JUNTOS HACIA UN RENOVADO PENTECOSTÉS«, que se celebró en el Palacio de Congresos de Valencia.
Nos juntamos más de 1000 personas para debatir de la mano del espíritu, el crucial papel de todos nosotros como laicos miembros de comunidades religiosas de todo tipo, en la sociedad actual a través de la sinodalidad y el discernimiento comunitario, siguiendo las directrices del Papa Francisco para explicar nuestro papel en el mundo.
En primer lugar indicándonos que estamos llamados a transmitir la alegría del evangelio siempre y en todo lugar, y para ello estamos interpelados a dar el primer paso para salir al encuentro del excluido o de quien no conoce a Jesús, involucrarse en la vida del otro con obras y gestos, acompañarlos en sus vidas y sus procesos, fructificando como comunidad sin olvidar que hemos de festejar cada paso adelante de la evangelización.
En segundo lugar que lejos de tener una actitud protagonista, nuestro papel debe asemejarse al de la sal: sal que nunca se sazona a si misma sino que está siempre al servicio, sal para los otros, pequeña sal que ayuda en las comidas, se vende en pequeñas bolsas y no se vanagloria de si misma porque no sirve a si misma; nadie dice que rica la sal, sino que rica la pasta o la carne que sazona. Estamos llamados a estar presentes para mejorar la vida de los otros desde nuestro papel anónimo; esa es la santidad a la que estamos llamados todos los días.