Hace unos meses nos surgió la posibilidad de realizar nuestra primera “Consagración a María”. Un término que no terminábamos de entender.
Parecía tratarse de un rito con un guion preestablecido, como si formar parte de las fraternidades durante cierto tiempo implicara cumplir con este trámite, casi como si fuera una meta.
Sin embargo, entendimos que la consagración no debe ser vista como un antes y un después en nuestra vida como fraternos, sino como una continuación y reafirmación de nuestro camino de fe.
Comprendimos que es un don que recibimos, y aceptando ese don, la consagración cobra sentido, pues no es más que una respuesta afirmativa a ese regalo divino. Es un sí a Dios, y como Marianistas, un SÍ aún más grande a María.
Por todo ello, el domingo 8 de diciembre, los miembros de la fraternidad Aletheia decidimos consagrarnos, y junto a otros fraternos tuvimos la suerte de poder expresar esta vocación, acompañados de nuestros seres queridos y hermanos marianistas.
Esta vivencia de la fe en comunidad es, sin duda, uno de los mayores regalos que hemos recibido. Nos sentimos afortunados de pertenecer a la familia marianista, donde compartimos nuestras creencias e inquietudes, y seguimos creciendo como personas.
fraternidad Aletheia