La Iglesia en la visión del P.Chaminade

Algunas imágenes de la Iglesia

En muchas ocasiones habla el P. Chaminade sobre la Iglesia. La presenta a sus congregantes, a las religiosas de la Misericordia, a sus religiosos y religiosas. Para ello emplea figuras o imágenes de la Iglesia. Algunas de ellas son clásicas, sacadas de la Sagrada Escritura. Muchas veces las sugiere apenas.  Otras las desarrolla un poco con matices curiosos de cierta originalidad. Casi siempre indican a la Iglesia como misterio: no es una realidad meramente humana creada por los hombres, es sobre todo un misterio de nuestra fe católica: hay que creer en ella: “Creo en la Iglesia, una, santa, católica y apstólica”. Algunos ejemplos: Es el arca de Noé. Dice que Noé es una figura impresionante de Jesucristo y su arca es la Iglesia en la que se salvan los hombres. Varias veces afirma que es la ciudad santa de la Jerusalén celestial. Una vez nos explica textualmente: En medio de la plaza de la ciudad santa de Jerusalén, en medio de la Iglesia, para indicar la facilidad que tienen todos de llegar a recoger los frutos del árbol de la vida, es decir los frutos de la gracia que proceden de la Iglesia. También nos habla de la Iglesia como campo en donde encontrar los verdaderos tesoros. Es típica en nuestro fundador la consideración de la Iglesia que nace del costado de Cristo en la cruz, abierto por la lanzada del soldado. También otras veces recurre a la imagen del edificio o del templo. Al P. Chaminade le gusta mucho presentar a la Iglesia como esposa de Jesucristo. Nos llama la atención este pasaje: Nada más seguro que Jesucristo es el esposo de la Iglesia y de nuestras almas; los matrimonios que se contraen entre los hombres son una figura del que contrajo Jesucristo con la Iglesia, “Es un gran misterio”. Llega a decir: En la cruz, Jesucristo abandona padre y madre para unirse con la Iglesia y por consiguiente con cada alma (Escritos y Palabras III,73).

.

Pero sobre todo la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo

El P. Chaminade tiene una gran cantidad de notas, apuntes, esbozos y esquemas de conferencias sobre el cuerpo místico. El P. Thomas Stanley, sacerdote marianista norteamericano publicó en 1952, su tesis doctoral sobre El cuerpo místico de Cristo según los escritos del P. Guillermo José Chaminade. No le faltó materia sobre la que trabajar. Llama poderosamente la atención que en ese momento de la historia eclesial tan turbulento y dramático, el P. Chaminade considerara tanto a la Iglesia como el cuerpo místico de Cristo. Si unimos esto a las imágenes que utilizaba, como se ha visto antes, para presentar a la Iglesia a sus discípulos y seguidores, nos podemos alegrar de que nuestro fundador sintiera ante todo a la Iglesia como un misterio de nuestra fe, mucho más que como una asociación o sociedad.

María y el cuerpo místico

A mi parecer, se van conjugando en el P. Chaminade su privilegiada contemplación del cuerpo místico de Cristo y su visión carismática de la figura de María en el designio eterno de Dios. Por eso, van surgiendo toda una serie de paralelismos espirituales, ciertamente originales en la historia de la espiritualidad; al principio, apuntados en sus notas sobre algunas lecturas que inspiraban sus esquemas de conferencias o predicaciones, y a medida que avanza su vida, afirmados de una manera mucho más contundente. Existe un primer paralelismo que podríamos sintetizar así: El cuerpo natural de Jesucristo surge al encarnarse. El cuerpo místico de Jesucristo surge al fundarse la Iglesia. ¿Cuál es la misión de María en este primer paralelismo? Es la madre natural del cuerpo de Cristo, pero no de una manera ciega, sino como un agente consciente y voluntario de esa encarnación. Es la madre espiritual de todos los hombres que, unidos a Jesucristo, forman su cuerpo místico o Iglesia. Y esto lo vive en un misterio de amor con respecto a esos hijos. Entre las funciones de una madre está desde luego la de formadora o educadora. Una afirmación constante en el P. Chaminade es la siguiente: María es nuestra madre y por lo tanto nuestra educadora en la fe. Y dicho desde nuestra parte: debemos dejarnos formar en la fe por María.

El famoso Cuaderno “D”, carpeta de apuntes, en la que iba redactando y guardando  lo que vertería después en las Constituciones de las religiosas y religioso marianistas hay textos tan impresionantes como este:

Jesucristo fue concebido en el seno de la augusta María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de la Virgen María, “concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen”. El bautismo y la fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer de la Virgen María. Jesucristo quiso formarse a nuestra semejanza en el seno virginal de María. También nosotros debemos formarnos a semejanza de Jesucristo en el seno de María, conformar nuestra conducta con su conducta, nuestra inclinaciones con sus inclinaciones y nuestra vida con su vida (Escritos y Palabras VII, 19).

La Iglesia es así la comunidad de los bautizados que están llamados a vivir la fe desde el ejemplo y la acción de María, para que el Espíritu Santo, como ocurrió en ella, nos forme plenamente a semejanza de Jesucristo. Y esto en la acción misionera en medio del mundo.

Enrique Aguilera SM